La tarta de queso es un postre muy popular en todo el mundo, pero su origen es incierto. Se cree que proviene de la Antigua Grecia, donde se hacía una especie de queso llamado "cumalote", el cual se mezclaba con miel y se horneaba.
En la Edad Media, se popularizó en Europa gracias a la introducción de la cuajada, un producto similar al queso y que se utilizaba para elaborar postres dulces. Con el descubrimiento de América, la tarta de queso llegó a América del Norte, donde se convirtió en un postre típico de la cocina americana.
Para preparar la base de la tarta de queso, tritura las galletas tipo digestive en un procesador de alimentos o metiéndolas en una bolsa y machacándolas con un rodillo. Mezcla las galletas trituradas con la mantequilla derretida hasta obtener una masa homogénea.
Coloca la masa de galletas en el fondo de un molde para tarta desmontable y presiona con los dedos o con una cuchara para que quede compacta. Reserva en la nevera mientras preparas el relleno.
Para preparar el relleno de la tarta de queso, bate el queso crema con una batidora eléctrica hasta que quede cremoso y suave.
Añade los huevos, el azúcar y la esencia de vainilla y bate hasta obtener una mezcla homogénea y sin grumos.
Vierte la mezcla de queso sobre la base de galletas y hornea la tarta a 180ºC durante unos 40-45 minutos o hasta que el centro de la tarta esté firme al tacto.
Para preparar la mermelada de arándanos, coloca los arándanos, el azúcar y el jugo de limón en una cacerola y cocina a fuego medio durante unos 25-30 minutos, removiendo de vez en cuando, hasta que la mezcla espese.
Deja enfriar la mermelada de arándanos antes de servir.
Una vez horneada la tarta de queso, deja enfriar a temperatura ambiente antes de desmoldar y añadir la mermelada de arándanos por encima.
Sirve la tarta de queso con mermelada de arándanos fría y disfruta de este clásico renovado.